Somos sentimientos
envueltos en piel y aún así
nos buscamos con los ojos el cuerpo,
ignorando los arpegios singulares
de la esencia.

Más de una vez nos tocarán el alma
danzarán acompasados
los mismos instintos.
Más de una vez caeremos sin remedio
en una jaula de apariencias
y ruinas internas.

Las más numerosas flechas
dirigen al placer,
que marca menos.
Algunas furtivas
bajo los dedos
nos llevarán al cielo para lanzarnos
desprevenidos
al suelo.