El grito de Edvar Munch


El Grito

Y lo siento en el abismo distorsionado
de estas cuerdas de acero,
entre virutas hirientes que no aciertan
a crear una voz sin llanto.

Cada pieza metálica del pentagrama
corta el aire
sin remedio de entendimiento,
desgarradoras manos
que intentan recoger lo invisible
y se encuentran
un rostro desfigurado.

No existe la línea recta
entre la invisibilidad del grito
y el sordo dolor del alma,
tan sólo espejismos ondulantes
en un camino ensordecedor.