No era la primera vez que caminaba por aquella senda cubierta de cenizas. Los pasos, tan acostumbrados, parecían confundirse entre las ruinas negruzcas de lo que hace tiempo se evaporó. Erguida sobre los nombres e imposibles que aún crepitan en las ascuas de la memoria, contempla el funeral eterno de lo que nunca podrá ser enterrado.
En un momento, los alísios hacen girar la llave que impulsa la huída. Mientras la ventisca continúe, intentará que las cenizas encendidas no le abrasen las escasos sueños que aún poseen sus alas.
En un momento, los alísios hacen girar la llave que impulsa la huída. Mientras la ventisca continúe, intentará que las cenizas encendidas no le abrasen las escasos sueños que aún poseen sus alas.