Confieso que quemaría los calendarios
del sueño y sus noches
para no ver los espejos rotos,
los reflejos de lo efímero
y los cuentos empolvados.

Confieso que enredaría
las sábanas a la garganta de tu recuerdo
en tanta ausencia a oscuras,
declarando la guerra a batallas perdidas
entre trincheras de olvido
y lágrimas en la recámara.

Confieso que vendería mis pasos
para no caminar sobre mojado,
para no retomar otro verso
mientras estés en cada letra presente.