Ahora que he conocido los destierros,
los lirios y los sauces
en cada esquina del tiempo,
las noches a la intemperie del abrazo
y los sueños mutilados,
no creo en la sal derramada
ni en los gatos negros.
Porque es ahora,
ahora que la nada me muerde,
ahora que la nada me muerde,
cuando no sirven palabras descosidas
a un latir peregrino
y remendado.