Mi vuelo nació desde la indiferencia de un cielo
anunciando tormenta.

Así se deshizo cada flecha de febrero,
como en las ondas de cada charco
se observa aún
el resquicio de alguien que no se ha ido del todo
pero que está abocado a desvanecerse.

Ahora las alas de la migración
volvieron para hacerme partir
a través de los pedazos desgajados del Edén.