Para Rafa y Su Buena Letra

Mientras en el abismo del tiempo
permanezcan tantas historias encerradas
entre dos cubiertas,
aún habrá vida tras lo vivido,
pues allí quedará el testigo de la buena letra
en aquellos corazones latentes
que ceden su relevo inmortal
cada vez que se pasa una página.


La Buena Letra, librería situada en la C/ Casimiro Velasco, 12, Gijón.
Aquella mañana el sol se desvaneció entre las sombras de su cuarto. Cada uno de los minutos del reloj digital se precipitaban raudos a innumerables e inservibles sacos rotos. Mientras, las cadenas más infranqueables que rodeaban su cuerpo aguardaban bajo la apariencia de sábanas, las mismas, que fingían arroparla. No eran más que traicioneras telas de araña en las que enredarse sin remedio para bañarse, más tarde, en un mar de lágrimas.

Y tras esto, aquel ancho y largo túnel.

En ocasiones lo efímero resulta afortunado. En un corto espacio de tiempo, de vida, se experimenta todo por primera y última vez. No existen los recuerdos, ni malos ni buenos, la intensidad del momento embriaga cada uno de los sentidos para descubrir la magia del instante. Las mariposas son hermosas aunque perezcan al final del día; ver la fortuna en sus alas tan sólo depende de la perspectiva de aquel que las mira. Desde la suya, eran los seres más afortunados.

Desconocer el miedo y su significado, no dudar, no temer (miedo de nuevo) al mañana, a que el pasado regrese, a que las sombras renazcan; no herir ni resultar herido, no llorar… no llorar más, o llorar solo una vez porque sólo hay un único momento para experimentarlo, ahora o nunca, porque el aleteo de la mariposa se apaga con el nuevo día. Se preguntó si las mariposas podrían o no llorar y se imaginó un mundo sin lágrimas, sólo por unos segundos, y fue feliz al vislumbrar la belleza de lo efímero.

Ahora sus años reposaban en aquella prisión infernal, con cada una de sus noches y sus días, y quiso probar a ser libre y efímera por una vez en la vida. Mientras caía desde lo alto probó a abrir sus alas rotas… mariposas… sonrió… su último sol salió antes de llegar al suelo.