En unos segundos todo es arena y aire.
Su tacto de ausencia se desgrana lentamente
agonizando entre los cristales rotos de un sueño.
Y entre la ventisca dorada
dos caminos de direcciones opuestas se cruzan,
norte y sur convergen en un único momento
antes de seguir la predestinada senda.
Sólo arena y aire al volver la mirada.
Todo lo que pasa queda,
todo... tacto de ausencia.