Pueden ustedes creer que tras mis pestañas
hubo guerras saladas donde sólo mis naves perecieron;
pueden creer que la desnudez ofrecida al viento
me hará débil frente a las tormentas venideras,
los rayos nocturnos y los desiertos del día.

Pueden ustedes creer que sin sus manos abiertas
mi mundo se deshace lentamente,
tristemente,
en un collage de ruinas sin glorias futuras o
que desde el fondo de las gélidas aguas
el hielo de la superficie me entierre para siempre.

Pueden ustedes creer...
y como el ave que surca los cielos
que la libertad se mude a sus labios.

Sin embargo
su credo no conforma el rumbo itinerante de mis pasos
ni las lunas que me abrigan en cada azabache.
No sostienen, calman, arruyan o mecen los temores
ni curan las heridas;
no están sin estar,
como una amistad alejada sólo en tierra,
no en espíritu.
No conocen ni entienden
-pero sí hablan-
de lo que creen conforma mi ser,
mi ego y mi yo,
sin alcanzar ni siquiera mi contorno.

Dicen que digan, creen... ¡que crean!
Esencia de mi es lo que soy,
imperturbable, orgullosa y entera
hasta el día en que mi último suspiro exhale.
Las lunas de Agosto ya no me sirven de cuna.
He aprendido a soñar
en las aristas de unos ojos nocturnos
donde nunca llega el alba.
En unos segundos todo es arena y aire.
Su tacto de ausencia se desgrana lentamente
agonizando entre los cristales rotos de un sueño.
Y entre la ventisca dorada
dos caminos de direcciones opuestas se cruzan,
norte y sur convergen en un único momento
antes de seguir la predestinada senda.
Sólo arena y aire al volver la mirada.
Todo lo que pasa queda,
todo... tacto de ausencia.

Desierto (single del grupo Xironte)

Letra: Maypi
Música: Oui Lee

Y la tarde da la espalda
y su luz golpea en la escalera
y esta lluvia nos empapa
mientras las agujas nos golpean.

Finges rasgar con tus manos
las cuerdas dormidas de mis venas
y la melodía tenue
de este blues es una tormenta.

Ahora siento que me he caído
y que tus manos no están abiertas.
Ahora siento que en tu camino
no hay nada, no, sólo tinieblas.
Y esas horas que me quemaban
ya no serán desierto de arena
porque ahora el amor se acaba
las dudas empiezan.

Las miradas están vacías
llenos de rencor los bolsillos.
Las manos que me desvestían
detienen ahora mis tobillos.

Cómo puedo entregarme
cuando todo esto está perdido.
Si ya no puedes mirarme
si el corazón está vacío.

Ahora siento que me he caído
y que tus manos no están abiertas.
Ahora siento que en tu camino
no hay nada, no, sólo tinieblas.
Y esas horas que me quemaban
ya no serán desierto de arena
porque ahora el amor se acaba
las dudas empiezan.

Puede oirse la canción completa en el reproductor situado en el menú de la derecha.

Sabores

Me dejo mecer por los arruyos de la tarde.
Asentada en pensamientos
disfruto de la suave bergamota
posada en mis labios.
Es tan dulce el intenso juego
entre lengua, paladar y anhelos,
tan asombroso el efecto cítrico
embriagando los sentidos.

Y cerca,
entre las manos comienzan a bailar otros mundos
acompasados por la vivaz energía de mis ojos.
Esas páginas de lugares remotos
narrando otras vidas que no son
pero podrían ser la mia,
otros rostros felices, sombríos, interesantes,
fugaces o intensos;
y yo ahí pero no en mi
y tú tras el cristal contemplando mi forma
pero sin saberme tan ausente como estoy.

Aún es pronto para conocer la parte de mi que se va
volando inmaterialmente,
la que corre sin miedo a buscar horizontes;
aún es pronto para retener algo más de lo invisible,
que es lo más esencial de este ser,
y se evade y se regocija a sus anchas cuando estoy a solas conmigo
pero sin parte de mi

y aún así,
pese a desvanecerme,
pese a desvanecerse,
los corazones bañados en vaho que en el cristal me dibujas
siguen latiendo.

El cuento del hombre invisible

Estaba desnudo en la calle. Una ráfaga de viento volvió su paraguas y empapó de lleno su corazón. No dormían aún las farolas cuando las alcantarillas dejaron de beberse cada una de las lágrimas que el cielo vertía. No había nadie. Nadie salvo el silencio, la piel desprotegida, las gélidas gotas, los ojos amarillos de los estilizados gatos de metal, sus uñas en el asfalto y los desagües atragantados.

Entonces ella dijo “nunca más” antes de cerrar su puerta. Con el motor encendido se alejó robando el último resplandor de la luna. Cuanto más se alejaba menos ropa tenía, menos lazos les unían, menos hilos le cubrían. Ella dijo “nunca más” y su voz fue como despertar a la muerte.

Dicen que desde hace años vaga sin ser visto. Empezó a perder su piel cual muñeco deshilachado tras la inminente partida. El “nunca más” desconsiderado que no reparó en esa puerta, aquella que tras cerrarse había dejado enganchada el alma de un ser humano, aquella que cuanto más se alejaba, más le consumía.

A Cova

Quizás porque naciste cerca del mar
tu corazón siempre guarda un billete de ida.

Tal vez,
como las margaritas al sol,
tus horizontes quedan marcados
al calor de los trenes,
entre los pasos de los aviones y
las alas de tus pies.

Tu patria se encuentra donde el amor
se ha detenido,
en una plaza,
un beso,
un recuerdo.

Porque eres tan libre como cualquier latido,
el que un día se dejó olvidado
en un mirador,
en un momento.

¿Acaso el alma de los violonchelos desaparece

al romperse una de sus cuerdas?

Auguste Villiers de L’isle-Adam

Vera


Somos la eterna tentación inconsciente del tiempo,

el anhelo más voraz de Cupido y

los delgados, sutiles

hilos de la atracción entre lo afín

hasta el fin.


Tenues melodías d’amour en la alcoba

dulcemente desgarradoras,

acordes de hoy,

de ayer,

como un cofre abierto en el desierto.


En un momento,

el fino hilo del instrumento muere en las sombras…


el corazón amante no olvida la melodía

y sigue tarareando.



Significado del poema (ante las dudas de algunos lectores): la belleza del amor no finaliza tras el desengaño, tras la ruptura. El corazón que sabe amar, que siente, transmite y capta el amor, lo encuentra más fácilmente. Así como la belleza de un instrumento no finaliza al romperse una de sus cuerdas, el amor no pierde su belleza tras algunos acordes malsonantes.