Esta fotografía posee derechos de autor y pertenece a la célebre Anne Geddes

A mi madre


Aún gateo hacia tus brazos
envuelta en los latidos en que dormía
antes de llegar al mundo.
Aún balbuceo tu nombre en las noches,
cuando las sombras dolientes
me visitan y me encojo,
tan pequeña
que podría caber de nuevo en tu vientre.

No han pasado suficientes primaveras
ni inviernos
que me alejen de la protección de tus ojos,
para los que nunca habrá distancias,
ni metas.

No existen cortes, ni abismos
que separen de mi
lo que es tuyo,
y de ti
todo lo que soy
y llegaré a ser.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que es difícil dar con el tono adecuado al escribir sobre este tema, pero me parece que lo has conseguido, al no caer en la frialdad distanciadora ni en el exceso de emotividad. AFI

Brigitte dijo...

y es que madre...no hay más que una.